“Con Emprendiendo Confianza cumplí mi sueño: tener mi propia bodega"

Desde la casa de madera en la que vive Margarita Díaz, en uno de los cerros de Villa María del Triunfo, se tiene una vista panorámica de una gran parte de la zona sur de Lima: barrios aún jóvenes que se pierden en el horizonte, centenares de familias que llegaron a Lima para darle una mejor calidad de vida a sus hijos.

Con esa misma ilusión fue que Margarita dejó su natal Chiclayo, hace 11 años, junto a su esposo y a sus dos primeros hijos. Pero en la capital no es fácil salir adelante. Han pasado años de mucho esfuerzo mutuo, trabajos temporales y más dificultades, y hace cinco años Margarita pudo por fin instalarse con su familia en el “Asentamiento La Unión - Tablada”, en una vivienda propia, de madera.

Y cuando ya han mejorado un poco su situación, aparece la siguiente meta: construir una casa de material noble, que los proteja mejor, sobre todo a los dos pequeños hijos que ya nacieron en Lima. Entonces se acordó de su asesora comercial de Financiera Confianza que antes la había ayudado, y le planteó su necesidad: un crédito para abrir una bodega en su casa.

Gracias a Financiera Confianza, Margarita ya cuenta con su negocio hace medio año y solo tiene palabras de agradecimiento para Jully Achiri, su asesora comercial, quien la ayudó a obtener el crédito “Emprendiendo Confianza”.

Su historia ha sido dura como la de muchos. Apenas llegaron a Lima, cargados de sueños y esperanzas, Margarita y su esposo se alojaron en la casa de un familiar por varios meses. Luego le ofrecieron cuidar una carpintería en Villa El Salvador, y hasta allí fueron a vivir. “Éramos como los guardianes del local que se convirtió en nuestro hogar por muchos años”, recuerda.

Durante ese periodo nació Josimar, su tercer hijo. Y como ella tenía que seguir contribuyendo con los ingresos al hogar, consiguió un puesto secando láminas en una maderera. Sumado con el trabajo de su esposo como carpintero y mototaxista, día a día iban juntando su dinerito.

Y así llegaron a 2014, cuando pudieron comprar su casa prefabricada en “La Unión Tablada”. Tener su casa propia mejoró el bienestar de su familia, ya que en el local que cuidaban abundaba el polvo y sus hijos sufrían. “Antes todos dormíamos en un solo espacio; ahora mis hijos tienen sus cuartos”, cuenta feliz.

Pasaron tres años y en su búsqueda de mejora Margarita tuvo la oportunidad de abrir un puesto para vender pollo y frutas en el “Mercado Central” de Villa María-Tablada. Le iba bien, pero después de unos meses tuvo que dejar el puesto porque salió embarazada de su última hija, Lesly, que ahora tiene cuatro meses.

“Era difícil tener que bajar desde mi casa hasta el mercado, llevar al colegio a mis hijos y cuidar mi embarazo”, dice Margarita, quien añade que fue entonces que decidió emprender un negocio propio.

Jully Achiri, asesora comercial de la agencia Villa El Salvador de Financiera Confianza, destaca la fortaleza de Margarita, una madre de familia joven de 29 años que siempre ha trabajado sin descuidar a sus hijos. “Pese a tener el apoyo de su esposo, cada día se le dificultaba ir al mercado. Por eso, para tener más tiempo con sus hijos, quería poner su bodeguita en su casa y abastecerla”, señala.

Margarita está agradecida y mira con esperanza el futuro. Sabe que no es nada fácil conseguir recursos e irse asentando en esta ciudad difícil que agrupa a un tercio de la población nacional. Pero sus cuatro hijos son su motivación diaria para seguir confiando.

“Más adelante espero hacer mi casa de ladrillos, mejorar los acabados de las puertas y abastecer más mi tienda. Uno de mis sueños es que mis hijos estudien y salgan adelante porque se lo merecen; son un gran apoyo para mí y mi esposo. Mi hija mayor, Jhedy, cuida a sus hermanitos cuando estoy atendiendo en la tienda o haciendo los quehaceres de la casa. Todos se cuidan con mucho cariño”, añade entre sonrisas.